Historia

¡Claro que sí! Va por ti, Justina. Salud y cariñu.

Mis hermanas y yo hemos crecido entre praderas, bosques centenarios de castaños y encinas y los antiguos viñedos de las laderas lebaniegas. Viendo cómo se podaba, se sayaba y se vendimiaban unas cosechas que poco a poco iban reduciéndose por el abandono de los cultivos.

En mi familia hemos vivido la cultura del orujo desde niños, empezando con la abuela Justina y continuando con la actual generación. Es un legado, una responsabilidad, y también un privilegio mantener la tradición.

Mi madre, Carmen Gómez, dedicó parte de su vida, junto a mi padre, a poner en marcha y mantener la destilería de ORULISA  hasta que nos tocó a la nueva generación coger las riendas, después de casi 30 años.

Mi objetivo, desde ese momento, fue aprender, absorber todo el conocimiento posible de los mejores, rodearme de sumilleres, enólogos, y viticultores. Quería personalizar la empresa, y comencé por poner en marcha mi proyecto personal dentro del negocio, crear una nueva marca, dar a luz a Justina de Liébana, un homenaje a mi abuela, a la que recuerdo con mucho cariño. Creamos un nuevo diseño, una nueva imagen, un nuevo packaging con guiños a esa mujer menuda, divertida y llena de refranes y frases ingeniosas. La mujer más eco-friendly que jamás conocí… ¡y sin ella saberlo!

Hoy, con la perspectiva que da el tiempo, estoy feliz con el resultado y ojalá haya acertado con mi decisión.

Por mi padre, por Justina, por Carmen, hoy estoy aquí, y aquí está Justina de Liébana. Espero que lo disfutéis.

Isabel García. Nieta de Justina.

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